martes, 13 de octubre de 2009

Sobreprotección (Continuará)



No lo teníamos nada claro. Temíamos herir alguna sensibilidad, que alguien se sintiera aludido personalmente o que interpretara que hablábamos a la ligera de algo que, como se vive en primerísima persona, no cabe en una generalización. Mamitis, bauticé yo el asunto, pensando al mismo tiempo en hijos treintañeros que aún no han roto el cordón umbilical y en madres y padres -el mito o la estadística hablan de ellas- que no aceptan que sus criaturas ya tienen una edad. Finalmente, optamos por Sobreprotección, que suena menos ofensivo. Empezamos por la tierna infancia... y ahí nos quedamos, así que prometimos aventurarnos la semana que viene en terreno más delicado: la adolescencia. Espero que lleguemos más lejos todavía, a esos niños y niñas de veinte, treinta o cuarenta años que, en cuanto algo no les sale como esperaban gritan ¡Amatxuuuuuu!

Las opiniones son bienvenidas, ya sabéis. Como hijos, como padres... o como ambas cosas.

Aquí podéis escuchar el espacio de Imanol Quereta (MQP, 11/10/2009):

La imagen que ilustra el apunte es del blog Babyanimalz y tiene licencia Creative Commons.

8 comentarios:

javi dijo...

Antes el antídoto contra la mamitis se llamaba Servicio Militar.
Eso era lo que se decía.
Me acuerdo de una frase de Montxo Borrajo que decía. " En el Pais Vasco no hay maricones, hay hombres que viven con amatxu ".
Con todos mis respetos y por favor, que nadie se ofenda, pero es que esa frase me llamó la atención.
Yo como hijo, seguro que he sufrido mamitis, y como padre he sido un superproteccionista, hasta cierta edad, claro está.
¡¡¡ Pues no me he tirado horas y horas en las verbenas, llevando y trayendo a las niñas !!!.

Helua dijo...

ya.. ya.. y esos padres, q como no estan nunca con sus hijos, luego les permiten todo.. eso es sobreprotección, mala conciencia o q no se molestan en educar a sus hijos, pq educar exige mucho tiempo y mucha paciencia?

Entzule dijo...

Muy de acuerdo con lo que dice Helua. Es paradójico, pero así se ve en muchos casos. La mala conciencia hace niños consentidos.

el jukebox dijo...

También estoy de acuerdo con lo que dice Helua. Y añado que los hijos con uno, dos, tres o más hermanos son todos hijos, pero los hijos únicos -tan abundantes hoy en día- son una especie aparte, acostumbrados a acaparar y acumular, sean regalos, afectos, cuidados o atenciones, siempre en régimen de exclusiva.
También he de decir que me temo que si fuera padre sería hiper-sobre-protector. No sé, me lo noto. Joé, si ya me pasa con mi madre, que en cuanto no me coge el móvil un par de llamadas ya pienso lo peor y me pongo nervi. Volviendo al principio, seguro que no me pasaría si tuviéramos unas cuentas madres cada uno...

Moli dijo...

ya he ido comentando en twitter lo q pienso... la cosa no es una bobada, es la pobreza de los que lo tenemos todo. Algunos tienen desamparo, desprotección pero la vida les espavila (hay a quienes les hunde), les enseña a trompazos y les hace resitentes "resilentes" ante la cruda realidad. Otros seguimos pensando que mejor evitar sentir miedo, fracaso, dificultad, esfuerzo... y esos es lo que nos hace débiles, lo que hace de nosotros y si no lo remediamos de jóvenes y niños unas personas sin raíz, sin seguridad en si mismos, sin desarrollarse en lo único q cada uno es, por que comporta todo ello la huida más radical de nuestra vida: la soledad y separación. Y luego está esta sociedad, tan acomodada, tan de vuelta de lo educativo, tan ocupadisima y sin tiempo para ayudar a crecer, para atender el crecimiento como se merece con argumentos y justificaciones, ignorancia o intenciones varias, a saber. Y a todo eso, esas migajas, le llaman amor. La sobreprotección anula como el desamparo las posibilidades de desarrollo más precioso y libre que cada ser humano tiene, desde pequeños hasta que nos hacemos adultos. Al final, es una cuestión de seguir queriendo controlar la vida o confiar en uno mismo y...en los otros.

javi dijo...

¿¿ Y que me decís de la generación de BARberos que estamos haciendo ??.
Y no de los que cortan el pelo !!, esos niños/as que están todo el día en el bar, y hasta tantas horas de la noche, porque sus padres son incapaces de asumir su responsabilidad educadora.

Irati dijo...

Yo no sé dónde está el límite entre la protección y el exceso de consentimiento.
Otro asunto para que abordéis en el próximo capítulo es el de las madres dominantes, las que llevan a sus hijos por donde quieren valiéndose muchas veces del chantaje emocional

sonia dijo...

Tengo creo, tendencia a ser protectora, superprotectora, despegada, y quizá otras muchas cosas mejores y peores a la vez.
Nuestros miedos, pequeñas y grandes frustaciones, nuestros deseos, tendemos si nada lo remedia o si no somos de darnos cuenta a tiempo a "ofrecérselo" a nuestros hijos.
Nuestras experiencias como niños,lo que vimos en la forma de hacer con nosotrs y a otros queda como "normas" y formas de hacer.
En la base creo que está evitar, bueno, querer evitar, el sufrimiento a los que queremos,y en muchos casos nos equivocamos.
Sobreprotegemos cuando sin querer (aunque mucho habría que hablar de esos "sin quereres")evitamos que el niño aprenda o pase una frustración en el camno del aprendizaje.Aveces evitaremos un peligro mayory de ahí la necesidad de una cierta protección en muchas ocasiones pero en otras podemos correr el peligro de hacerles inseguros,y sobretodo creo que les mandamos la idea de:" déjalo, ya lo hago yo porque tú no vas a poder".
Es difícil como padre saber estar cerca sin hacer por el otro.
Ser padre o madre, es estar ahí,en la distancia poniendo límites, no viviendo por el otro,sabiendo que muchas veces la mejor forma de llegar a asistir al espectáculo de "nacer" no sólo es en e momento de la vebida al mundo, sino en muchos momentos a lo largo del crecimiento que todos seguimos haciendo en la vida, en todo momento, porque le desarrollo como personas no acaba nunca.Eso es lo estupendo de seguir vivos.

Estar ahí al lado,dando cariño y apoyo,dejando que el aprendizaje trascurra sin interferencias ni nuestras ni de abuelas...aunque aveces se nos rompa el corazón, sabiendo que la vida son momentos así de amor en silencio.